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13 Beneficios que Obtienes al Practicar la Gratitud…

…y algunas sugerencias de cómo llevarlo a cabo todos los días



Texto e ilustraciones Rodrigo Vázquez Gutiérrez


Abrir la llave y que salga agua caliente, pararte y caminar hacia donde quieras, ver las cosas maravillosas que ofrece el mundo, darle un abrazo a tu esposa, a tus hijos o a tus padres, tener comida en la mesa, escuchar música, tener un trabajo o la capacidad de generar ingresos, tomar un aparato y poder hablar con alguien que literalmente está al otro lado del mundo, pensar e imaginar cosas y luego llevarlas a cabo y hacerlas realidad, que ocurra algo y tengas la capacidad de ver las cosas desde otra óptica al tiempo que te “caen veintes”, tener manos, ojos, inteligencia y la capacidad de sentir, dar y amar…


Hay TANTAS cosas por las que agradecer, TODOS LOS DÍAS…




Velo de esta manera; la capacidad que tengas de sentirte agradecido determinará la calidad de tu vida. Ahora piénsalo; si dieras por cierto esto, ¿de qué forma impactaría tu vida y la manera en que abordas las situaciones que se te presentan?


Se podría pensar que la relación entre alegría y gratitud es algo como esto: si estás alegre, entonces deberías estar agradecido, pero no es así. Es a partir de practicar la gratitud que realmente se genera más alegría en la vida de las personas. Y practicarla no se refiere simplemente a tener una actitud de agradecimiento o sentirte agradecido por cosas o situaciones específicas que ocurren en tu vida, sino al hecho de llevar a cabo una práctica de gratitud tangible, es decir de llevar el agradecimiento a la acción a través de “hacer algo al respecto” y no simplemente “sentirlo”.


Pero retemos a esta teoría de estar agradecidos considerando un par de situaciones que podríamos calificar como “desafortunadas”, y que pueden ocurrirle a cualquier persona en su vida diaria:




Situación 1:

Te despiertas en la mañana sabiendo que tienes una entrevista de trabajo muy importante. Has hecho todo lo necesario para que las cosas salgan bien; te preparaste como nunca, escogiste el atuendo perfecto para la ocasión, boleaste los zapatos, el día anterior le pusiste gasolina al coche, imprimiste varias copias de tu currículum e hiciste todo lo necesario para que las cosas fueran perfectas. Pero qué crees, que “la vida” tiene otros planes para ti… Como saliste de tu casa mucho tiempo antes de tu cita, decidiste pasar por un té para calmar los nervios. Pasaste por tu cafetería favorita y como era temprano en la mañana, había un montón de escuincles corriendo por el lugar antes de ir a clases. ¿Y qué crees? Que justo cuando te entregaron tu bebida, uno de los críos pasó a tu lado sin fijarse y te dio un golpe en el brazo; lo que provocó que derramaras el té sobre tu camisa nueva. Y tú, te querías morir, no sin antes haberte llevado al baile al mocoso que ocasionó tal agravio.


Situación 2:

Hace un par de meses te contrataron para dar una conferencia al otro lado del mundo sobre un tema en el cual eres considerado “el experto en la materia”. La organización que te buscó te mandó el boleto de avión para ti y un acompañante en primera clase e hizo todos los arreglos en el mejor hotel además de pagarte una buena cantidad de dinero por tus servicios. Afortunadamente pudiste acomodar las cosas para que tus suegros se hicieran cargo de tus hijos; los llevaran y recogieran de la escuela, los dejaran en sus clases por la tarde y los tuvieran en tu casa justo antes de que regresaras para que te recibieran con pastel, un letrero de “bienvenido” y muchos globos. El “problema” surge cuando llegas al mostrador del aeropuerto y te dicen que el vuelo está sobrevendido pero que te podrán dar un espacio en el siguiente que sale 8 horas después. Una vez más, tú te quieres morir no sin antes haber golpeado a todo el personal de la línea aérea.


Observadas desde un punto de vista típico, ambas situaciones parecen ser un desastre. En la primera porque no tienes tiempo para ir a tu casa a cambiarte y llegar a tiempo a tu cita, y en la segunda por motivos similares; no hay forma de que llegues a tiempo habiendo descansado para dar tu conferencia sin que se te salgan un par de bostezos a media conferencia provocando que la concurrencia te vea, cuando menos, como una persona poco profesional. Es decir que, por el momento, no parecen haber muchos motivos por los que agradecer, ¿no es así? Pero, si te contara la otra parte de la historia, seguramente se desvelarían los motivos.


Pues resulta que cuando llegaste con la persona que te iba a entrevistar, te pareció que lo más honesto que podías hacer después de llegar con la camisa hecha un desastre era explicarle exactamente lo que había pasado; sin excusas ni pretextos y haciéndote responsable de la situación. Para tu asombro y después de revisar tu CV exhaustivamente y hacerte un sinfín de preguntas, te dice que eres el candidato ideal para ocupar la vacante que quieren cubrir. Te explica que, para la compañía, la sinceridad es un valor fundamental que practican todos los días y el hecho de que tú lo hayas sido al hablar sobre lo ocurrido, les indica que eres una persona en la que pueden confiar ciegamente.


Y en cuanto a la situación de la conferencia, déjame ponerme un poco más trágico; cuando estabas en el mostrador aún no lo sabías, pero resulta que es una de esas raras ocasiones en las que a la mitad del vuelo la aeronave presenta fallas mecánicas y acaba desplomándose en el mar sin que hubiera ningún sobreviviente.


Es decir, que lo que en un principio parecía como una situación muy desafortunada, al final resultó ser algo que jugó a tu favor. En la primera, obtuviste el trabajo y en la segunda, conservaste la vida. ¡Qué más podrías pedir!




Ahora déjame te cuento de un concepto que me explicaron cuando estudiaba la maestría en “Psicología Espiritual” en la Universidad de Santa Mónica en Estados Unidos. El concepto se llama “bendición disfrazada” y se refiere al hecho de que, ante situaciones que en un principio podían percibirse como “negativas”, al final resultan ser una bendición. Es decir, algo por lo que te puedes sentir muy agradecido.


Te pongo unos ejemplos; es como cuando te despiden de un trabajo mal pagado y que no disfrutabas para que al cabo de un mes termines consiguiendo el empleo de tus sueños en el que, además, te tratan y te pagan muy bien. O aquella ocasión en la que te dejaron plantada en el altar sólo para darte cuenta años más tarde de la bendición que fue el no haberte casado con aquel patán que ahora, además de ser alcohólico, trata fatal a su esposa. O cuando a los 5 años a tu hijo no lo eligieron para el equipo de futbol, situación que lo orilló a probar suerte en otro deporte y en donde ahora, el Tae Kwon Do se ha convertido en su pasión dándole la oportunidad de participar en varios juegos olímpicos y ganar un par de medallas.




Y el punto no es intentar “evitar” que ocurran situaciones desafortunadas sino “darle la vuelta a la tortilla” enfocándote en lo positivo que generan TODAS (sí, TODAS) las circunstancias aun cuando, por el momento, no lo puedas ver. Cambiar tu perspectiva inmediatamente elimina la frustración, el enojo y el resentimiento llevándote a un estado de felicidad, calma y agradecimiento.


Además, está comprobado que, si te convirtieras en una persona que practica la gratitud frecuentemente, obtendrías estos beneficios:



El desarrollar un sentido de gratitud es como desarrollar un músculo, es decir que se genera a partir de la práctica continua.


Aquí te doy algunas prácticas que puedes llevar a cabo todos los días:


Al principio vas a agradecer por las mismas cosas; tu salud, tus hijos, tu familia, tu trabajo, o tu casa, pero conforme pase el tiempo te darás cuenta de que vas a empezar a agradecer por cosas que normalmente das por sentado: pasar por aquel parque todos los días de camino a la escuela o el trabajo, sentir el sol que pasa a través de tu ventana, observar el árbol de jacarandas que esta justo frente a tu ventana del comedor o tantas otras cosas buenas que tienes y ocurren diariamente en tu vida. Te aseguro que llevar a cabo estas prácticas hará que cambie por completo tu vida.




Pero no olvides algo muy importante:


“Entre más agradecido te sientas, más motivos encontrarás para sentirte agradecido”



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