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DE ROMA AL TEATRO



Marina de Tavira nos cuenta acerca de Consentimiento, la obra que está por estrenar como actriz y productora, en lo que es su regreso al teatro en México.


Por Alberto Rojas Eguiluz

Fotos Ieve González




La pandemia nos alejó de muchas de las cosas que más queríamos. En el caso de Marina de Tavira, la actriz que fue nominada al Oscar a Mejor Actriz de Reparto por Roma en 2019, fue del teatro, pero ahora regresa como actriz y productora de la obra Consentimiento, en la que toca temas sumamente espinosos, como la violencia de género y la ética y la búsqueda de la justicia en un sistema que está podrido.


A Marina la acompaña un ensamble de actores de primer nivel: Juan Manuel Bernal, Arturo Barba, Daniela Schmidt, Adriana Llabres, Alfonso Borbolla y Jana Raluy.


En esta plática, la actriz, nos habló de lo que el público podrá esperar de Consentimiento, una obra sumamente intensa que estará por corta temporada en el teatro Helénico de Ciudad de México del 31 de agosto al 1 de octubre.


¿Cómo fue que diste con Consentimiento?


Enrique Singer (director de la obra) y yo tenemos un proyecto que se llama Incidente Teatro en el que ya llevamos 8 ó 9 obras. Habíamos trabajado antes con Alfredo Michel, quien es un apasionado del teatro inglés, y él nos ofreció este texto; lo leí y me encantó.



¿Qué te atrajo de esta obra?


Que es un texto peligroso porque no es fácil, no lanza una verdad absoluta. Presenta personajes desagradables, muy complejos, pero es un gran ensamble. Es una obra que no tiene protagonistas, también quería jugar con eso, cada personaje tiene su propia función y su propia historia. No existe en función de los demás, pero son un conjunto, y está ligada de una manera increíble. La gente no va a salir llorando de aquí, es una catarsis mucho más intelectual y, además, lo es desde la comedia ruda.


¿Por qué es importante ver una historia como esta en pleno 2023?


El teatro sirve para conocernos como personas y como sociedad. Podemos ser tan destructivos con nuestras relaciones y con el sistema en lo que concierne a la aplicación de la justicia. Palabras como empatía, perdón y consentimiento las ponemos en nuestra boca con muchísima facilidad, pero a veces es difícil llevarlas a cabo. Es un espejo de lo que somos, ojalá no lo seamos al extremo, como estos personajes; pero nadie está libre de cometer errores, de ser duros y de traicionar. Todos fallamos, pero queremos ser mejores, y para eso es el teatro: para ser mejores personas y mejor sociedad.



¿Hubo algún reto en Consentimiento al que no te hayas enfrentado antes?


Entender el humor y la lógica de estos abogados. Hay cosas que yo, como Marina, no quería decir. Yo no me permitiría hablar así, pero no soy yo quien lo dice; hablando como productora, para mí lo más difícil fue la conformación del elenco, lograr que todas las personas involucradas estuvieran felices. Creo que esa es la mejor manera de hacer teatro: desde el gozo; seguro cuando esté en escena sentiré otros retos.


Este año se está llevando a cabo un teatro mucho más intenso que otros años, ¿a qué crees que se deba?


Cuando te quitan algo te das cuenta de la falta que te hace. El teatro tiene una cosa muy particular: en el momento en que se crea algo, está siendo visto, eso fue lo que nos quitaron con la pandemia, la oportunidad de encontrarnos presencialmente, de mirarnos a los ojos. Por un tiempo eso se vio amenazado, en esos años vimos series, películas, oímos música, pero no fuimos al teatro, creo que estamos celebrando el reencuentro, que somos comunidad, que de ahí luego nos íbamos a cenar en grupo o hasta sola. A mí me encanta ir sola al teatro, este arte tiene algo irremplazable y es el único fenómeno artístico que lo tiene y es justo lo que estamos celebrando: que somos comunidad.



¿Qué parte disfrutas más del teatro como actriz: las lecturas, donde desmenuzan los personajes y la trama, o subirte al escenario y tener una interacción con el público?


Disfruto todas, incluso la remembranza, cuando ya se terminó, cada parte me gusta, leer textos, ver cómo vamos a hacer posible esto. Me encanta ver cómo serán las personas que habitarán esa ficción, amo el análisis, la parte de desentrañar el texto, la que más trabajo me cuesta es parar al personaje; el que más odio es cuando dicen “tercera llamada”, me pongo muy nerviosa, pero después de cinco minutos ya estoy tranquila.


¿Y como productora?


Me encanta imaginar las posibilidades de cómo va a ser, como nunca me imaginé como productora —fue algo que sucedió por accidente, por necesidad de hacer proyectos que me gustaran—me gusta ver cuando sucede, que existe la posibilidad. Cuando yo estudiaba teatro me preguntaba cómo le hacían para levantar un proyecto, debía ser dificilísimo que te otorguen un teatro, que te den un presupuesto, siempre me pensé como alguien que tendría que esperarse a que la llamaran, y de repente, darme cuenta de que puedo generar un proyecto, que puedo convocar gente que va a querer esta ahí, eso me encanta porque no podría ser una artista individual, me encanta la colectividad, de repente, una idea que tuviste tiene a personas aquí sentadas, y hay un músico que está componiendo, y alguien que creó una escenografía y todo eso sucede porque un día se te ocurrió hacer una obra.



¿Cómo sabes cuando un personaje está listo para ser interpretado?


No estoy segura que me sienta del todo lista, hay que aventarse y hacerlo, en el cine es muy inmediato, simplemente vas, casi no hay ensayos; en el teatro hay tiempos que se tienen que cumplir, puedes no estar lista, pero llegó el día del estreno y lo tienes que hacer, para mí es un salto al vacío, creo que nunca me siento lista, es hasta que te encuentras con el espectador y te dice “cuando vi esto, sentí esto”, ahí sabes que ya sucedió.





¿Cómo disfrutas más el teatro, como espectadora o como actriz?


Las dos, pero me cuesta trabajo ser espectadora si no estoy generando un proyecto como actriz porque me alimenta, sino lo estoy haciendo, siento es una nostalgia profunda de ese lugar mágico al que siempre quiero volver, ahora que llevaba un tiempo sin hacerlo, ir al teatro era maravilloso, pero también un poco doloroso.


¿Si pudieras hacer una obra de teatro de nuevo, cuál harías?


La anarquista, de David Mamet, es una obra que hice hace tiempo y es la que más he disfrutado por el debate y el pimponeo que se da, me encantaría hacerla con Luisa Owen de nuevo, sino, no me la imagino. Siento que ahora, con más edad, quizá pueda tener más temple, el personaje que fue lo que fue y me gustaría volverlo a explorar.


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