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Día de Muertos

Una tradición llena de amor, color, aromas, música y comida

Por la Chef Claudia Salazar Arenas




El Día de Muertos, a mi parecer, es una de las festividades más peculiares y extraordinarias de México. Los colores, los aromas, la música, las luces y la comida despiertan en mí no sólo nostalgia por los que ya no están, sino también gratitud de saber que esas personas que tanto amamos están más cerca de nosotros y que nos reuniremos con ellos algún día.




Esta celebración tiene su origen en la época prehispánica. Los aztecas creían que la vida continuaba aún en el más allá, en el Mictlán, el reino de los muertos. Para llegar al Mictlán, el difunto debía esperar cuatro años, tiempo en el que era devorado por Tlaltecuhtli, la diosa de la tierra. Completado lo anterior, se iniciaba un viaje por los nueve niveles del inframundo azteca los cuales han sido explicados en varios códices, por fray Bernardino de Sahagún y de una forma maravillosa en la película “COCO”.


En el último nivel el difunto se encontraba con Mictlantecuhtli, el dios de la muerte, dueño y señor del lugar de los muertos, el Mictlán. Cuando la persona estaba ante su presencia, debía darle las ofrendas con las que había sido enterrado: granos de maíz, frijol, piedras preciosas y otros productos vegetales.


Con la llegada de los españoles, el Día de Muertos no desapareció a diferencia de otras fiestas religiosas mexicas. Los evangelizadores descubrieron que la celebración prehispánica de los muertos coincidía con el día de Todos los Santos, dedicado a la memoria de los santos que murieron en nombre de Cristo y, donde las reliquias de los mártires eran exhibidas para recibir culto por parte del pueblo. También había una coincidencia con la celebración de los fieles difuntos, realizada justo un día después de Todos Santos, cuyo propósito era recordar a todos los fallecidos por diversas pandemias, como la peste negra que asoló Europa. Fue así como el Día de Muertos se redujo a tan solo dos días, el 1 y 2 de noviembre.


¡No se puede celebrar el Día de Muertos sin un altar! Éste es uno de los elementos más representativos en la fiesta de los fieles difuntos, pues con él honramos a nuestros seres queridos con todos los alimentos que amaban, además de velas, flores y otras decoraciones.




El origen de la ofrenda de muertos tiene relación con las ofrendas que se añadían al entierro de los hombres y mujeres mexicas, así como con los altares que en la Nueva España se colocaban para interceder por las “ánimas benditas o del purgatorio”.


La tradición del altar sigue viva en pleno siglo XXI, especialmente en las zonas rurales e indígenas de México. Por su parte, las ciudades mantienen la costumbre de la ofrenda colocando una en casa a partir del 28 de octubre. Estos son algunos elementos que debe llevar:


Flor de cempasúchil: Se cree que su fuerte olor e intenso tono naranja llevan a los difuntos hasta sus hogares.

Sahumerio o inciensos: Estas resinas puestas al rojo vivo emanan agradables fragancias que purifican los espacios a los que llegarán los difuntos.

Velas, veladoras y cirios

El ritual cristiano indica que la luz brinda esperanza para las almas; también las ayudan a llegar a las casas de sus familiares.

Agua: Un vaso con agua fresca saciará la sed de los difuntos después de la larga travesía al hogar.

Sal: Tomar un poco de este elemento ayudará al espíritu a no corromperse durante el camino.

Fotografías: Con ellas se recuerda al ser querido a quien se le dedica la ofrenda.

Alimentos: Se colocan los platillos favoritos de los seres queridos que van desde los más sencillos hasta los más elaborados; también se colocan frutas y, desde luego, el pan de muerto.

Papel picado: Este ornamento 100 % mexicano le da color al altar de muerto; aunque en ciertas comunidades indígenas es sustituido por manteles bordados o follaje.

Calaveritas de azúcar y otros postres: La ofrenda puede lucir más linda si le colocas calaveras de azúcar o de chocolate, junto con otros postres como la calabaza en tacha.


Aunque lo anterior es un listado de lo que generalmente lleva una ofrenda del Día de Muertos, cada familia le pone un toque personal a su altar.


PAN DE MUERTO


Cuenta la historia que el pan de muerto tiene su origen en el México prehispánico, cuando las familias de la realeza ofrecían el pan a los dioses. Con la llegada de los españoles, que prohibieron que se realizaran ceremonias que incluyeran rituales que mezclaban la sangre de los sacrificios con amaranto, haciendo un alimento para los dioses y humanos, los mexicanos decidieron sustituir por pan de maíz y trigo, al que se le añadió tiras en forma de huesos (formando una cruz), y una bolita central representando el cráneo.


A continuación, te comparto mi receta de pan de muerto con la que año con año decoro mi Altar.


INGREDIENTES:

  • 500 gr de harina de trigo

  • 30 gr de levadura

  • 225 gr de mantequilla o margarina

  • 4 huevos

  • 75 ml de leche

  • 150 gr de azúcar

  • Ralladura de 1 limón

  • 1 cucharadita de esencia de azahar

  • 1 cucharadita de mantequilla para decorar

  • 50 gr de azúcar para decorar


PREPARACIÓN:

Coloca en un plato hondo la levadura, la leche y una pizca de azúcar.

Deja que se active la levadura.

Mientras se activa la levadura, coloca en un bol la harina, el azúcar, 3 huevos, la mantequilla y la ralladura de un limón y mezcla muy bien, lo puedes hacer con las manos, con una pala o la batidora.

Ya que esté todo integrado muy bien haz una bola y pásala a una superficie enharinada.

Hazle un hueco en el centro a la masa y vierte allí la mezcla de levadura. Ahora amasa todo, integrando la levadura a la masa.

Al principio se te va a pegar en las manos pero poco a poco se irá haciendo más homogénea la masa.

Cuando se te despegue de las manos, engrasa un bol con un poco de aceite.

Coloca la masa en el centro y tapa con un trapo.

Deja reposar durante mínimo dos horas (para que doble su tamaño). Ya que haya doblado su tamaño, saca la masa, divídela en 4 partes.

Quítale a cada bola un pedazo (para que puedas hacer los huesitos).

Coloca las 4 panes en una charola enharinada o con papel encerado.

Con el pedazo que le quitaste haz una bolita y colócala en el centro de cada pan, después estira el resto de la masa y dale forma de huesitos y colócalos en el pan.

Deja reposar una hora.

Barniza con el huevo restante y mete al horno precalentado a 180ºC durante 20 minutos.

Retira del horno mientras se enfría un poco, derrite mantequilla y barniza el pan y cúbrelo de azúcar.







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