EL AMOR AL DESHECHO
A Paco Gramontti lo ha perseguido una obsesión: animar lo inanimado por medio de la fotografía.
Por Alberto Rojas Eguiluz
@albertodre
El cuarto desde donde Paco Gramontti me recibe vía Zoom está lleno de objetos curiosos que ya no se ven en muchas casas. Ventiladores y máquinas de coser antiguas, un letrero de lámina desgastado que dice “Pinturas”, una raqueta de bádminton y varias pinturas hechas por él mismo.
Que estén ahí no es ningún accidente. A Paco le gusta restaurar cosas porque, según dice, quien le dio vida a esos objetos lo hizo con amor, los diseñó para algo, les dio vida y utilidad. Curiosamente, esa es la raíz, no solo de buena parte de su trabajo como fotógrafo, sino de su arte.
Conocí a Paco Gramontti hace casi 25 años cuando yo empezaba mi carrera en el medio editorial. Aunque Paco era casi de mi edad, él ya tenía experiencia trabajando en diferentes periódicos de la Ciudad de México.
En una de las primeras asignaturas que tuvimos juntos fuimos al edificio donde estaban las oficinas de Sony Music, en el corazón de Polanco. Después de entrevistar a un grupo estadounidense que no era malo, pero que pasó sin pena ni gloria, Paco pidió que las fotos se hicieran en el pasillo que daba al elevador. El corredor era desangelado, muy Godínez, por decirlo de otra forma. Paró a los cuatro músicos junto a una pared en la que no había adorno alguno, acomodó sus luces y comenzó a tirar fotos. Yo estaba seguro que esas imágenes no iban a servir. Los estándares visuales de la revista para la que trabajábamos eran muy altos y no aceptaban fotos buenas, siempre exigían que fueran espectaculares. Unas semanas después llegaron las fotos del laboratorio de revelado y el resultado me sorprendió. Paco optó por tomarlas en blanco y negro, con el grano reventado y, además, la luz natural que entraba por un ventanal le daba el toque artístico que exigían en la revista.
En esa asignatura Paco me dio mi primera lección de fotografía sin proponérselo: un grupo de personas pueden estar viendo el mismo punto, pero un fotógrafo siempre ve algo completamente distinto que los demás.
En 25 años las personas cambian mucho. En el caso de Paco, su ojo se ha afinado tanto que hasta cuando trabaja ve el lado artístico de las cosas.
“Yo había hecho puras cosas comerciales y ahora estoy tratando de meterme más en el arte”, me dice Paco, quien me cuenta que fue invitado a una exposición donde hay 12 artistas plásticos y pintores que van a intervenir unas puertas de contenedor y él es el único fotógrafo del grupo. También me presume una exposición que hará en Monterrey a partir de un trabajo que realizó en una metalúrgica
“Una empresa llamada Primetals me habló para hacerles un brochure, me llevé mi cámara y vi obras de arte en sus bodegas”, me cuenta con una sonrisa de oreja a oreja.
“Los obreros estaban cortando y haciendo cosas con acero fundido, son personas increíbles, parece que están disfrazados, pero no, ahí vi sus piezas, que justo son cortes de acero”.
Paco me enseña unas fotos que parecen sacadas de una obra de ciencia ficción de principios del siglo XX. No son más que los trabajadores de la metalurgia enfundados en sus uniformes, con sus caretas protectoras y sus herramientas, pero cuando se ven a través de sus ojos adquieren otra dimensión. Para él es la lucha del humano contra el acero, el hombre se viste con su armadura y pelea con el acero hasta que lo vence, sus herramientas son como las armas de un gladiador.
“Me encanta cómo el humano se enfrenta al elemento natural hasta que lo vence, la fuerza del acero contra el intelecto del humano”
Nacido para ver distinto
Para Paco Gramontti, el arte es una mezcla de técnica, información y sensibilidad, pero me cuenta de un maestro que tuvo que le hizo ver las cosas diferente.
“Me dijo que tenía un talento natural pero que debía aprender la técnica, saber de geometría, composición y hasta música, me puso a estudiar, me decía: ‘un fotógrafo no solo recoge imágenes, es alguien que las crea a partir de información, así que tienes que estar informado, no puedes ser alguien normal que sale a la calle a tomar lo que ve, tienes que tomar lo que los demás no ven, debes estar arriba de los demás viendo cosas que ellos no ven a partir de la información que tienes’”.
Paco me confiesa que a nivel artístico lo mueve la belleza, pero hay una estética en particular que le atrae y lo ha definido como persona, como fotógrafo y como artista.
“Me atrae la belleza de los objetos muertos”, me comenta. “Le tengo amor al deshecho, a lo que destruimos”.
Ambos recordamos la primera exposición que vi de él. Fue a los pocos meses que nos conocimos, después de tomarle fotos a otro grupo en el salón de billar Malafama de la Condesa, nos robamos unos minutos de la mañana para ir a un café que quedaba cerca de ahí donde exponían sus fotos.
“Eran muñecas que la gente tiraba a la basura, que estaban pelonas o sin un ojo”, recuerda Paco. “El desecho humano me mueve. Yo tomaba fotos de coches chocados, antiguos, abandonados, el deshecho me da nostalgia, ver cómo el tiempo pasa sobre las cosas y lo que genera. Creo que mis temas siempre van a ser eso, la parte abandonada de la sociedad, el desperdicio, incluso cómo se convierte también el humano en desperdicio”.
Paco Gramontti vive desde hace muchos años con una obsesión. Darle más peso a su lado artístico que al trabajo.
“Todo el tiempo quiero eso, estoy trabajando en foto comercial y mi cabeza me dice “¿qué haces aquí?”. Me confiesa. “Estoy pasando un proceso en el que vamos a invertir las cosas, primero lo artístico y luego el trabajo”.
Todo indica que sus mejores años están por venir.
Si quieres conocer el trabajo de Paco Gramontti visita @pacogramontti.photoarq, @pacogramontti_art y #pacogramontti en Instagram.
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